Mirador de Ordiales

La ruta que va desde el Lago Enol hasta el Mirador de Ordiales es, sin lugar a dudas, una de mis favoritas. Por la belleza tranquila de los paisajes que atravesamos, por la dimensión humana de las praderías y cumbres, y porque para mí tiene el puntito justo de longitud y esfuerzo: lo suficiente para cansarte, pero no demasiado como para llegar agotada.

Track de la Ruta al Mirador de Ordiales

La senda comienza en Pandecarmen. (También la puedes iniciar en Buferrera, pero eso la alarga unos 10 kms). En coche llagamos desde Covadonga a los lagos (desde nuestra casa son 40 minutos), y justo al llegar al lago Enol sale una pista a la derecha, que aunque en ocasiones es un bachizal, ahora (noviembre de 2020) está en perfecto estado y casi se la podría llamar carretera. Atraviesa la belleza de la vega de Enol, dejando atrás el refugio a la derecha, la capilla del Buen Pastor a la izquierda, y un poco más adelante una invernal de cabañas bien cuidadas. Continuamos la pista hasta Pandecarmen, donde hay un sitio preparado para dejar los coches. Allí comenzamos a andar.

Del Pozo del Alemán a Vegarredonda

Enseguida llegamos a un punto emblemático: el Pozo del Alemán. Fue nombrado así en memoria de Roberto Frassinelli, el alemán de Corao, quien completamente enamorado de los picos de Europa, en 1811 cambió los paisajes de su Alemania natal por los de nuestras montañas. Solía acudir a bañarse en este pequeño pozo, que siempre está vivo y lleno de agua fresca y cristalina… Y helada!

Cumbres de Picos recortadas contra el cielo en la subida al refugio de Vegarredonda.

Seguimos camino y llegamos a la majada de Piedra, para mí una de las más bellas de Picos. Tenemos suerte, el día despejado nos regala la maravillosa luz de otoño, y no sabemos si mirar hacia delante, para disfrutar de las cumbres rocosas que se recortan contra el cielo, o hacia atrás, para disfrutar el mar más allá del verde de las praderías. En este punto del camino siempre me pasa lo mismo: no sé si me siento Heidi, o pastorcilla.

La ascensión continúa suave, pisar la hierba mullida es un placer. Así llegamos a la vega de la Redondiella (o Rondiella), con su características construcciones para guardar el ganado. En este punto el silencio que veníamos disfrutando se puebla de los sonidos de cencerros y campanas, y nos acompañan una manada de caballos. Desde aquí al refugio es un momento, a través del collado de la Gamonal.

Vegarredonda es una majada ancestral de pastores. El tiempo se detiene cuando llegas a este lugar, y el alma descansa y se alegra. El refugio actual, acogedor y coqueto, es un lugar perfecto para descansar, reponer fuerzas y llenar cantimploras en la Fuente Mojosa. ¡Cuantos recuerdos de tantas y tantas veces, de tantos compañeros de ruta, cuyos rostros han ido cambiando a lo largo de los años!

Mirador de Ordiales

Aún nos queda una hora de ascensión para llegar a Ordiales, a través de un paisaje que se va transformando a medida que nos acercamos a las cumbres, aún cómodo, pero menos amable, en el que la roca y las formaciones calizas son protagonistas.

Llegamos y subimos la majada de Ordiales, antesala del famoso Mirador, un balcón natural suspendido en el vacío, a 1.700 metros de altitud. Lo que el ojo descubre justifica el esfuerzo: mil metros más abajo las pradería de Sajambre y de Angón en Amieva, el río Dobra, los concejos de Sames, Parres y Ponga, la Cordillera Cantábrica, el Sueve… Y a nuestra izquierda algunas de las cumbres más emblemáticas de Picos.

Aquí está enterrado Don Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, Marqués de Villaviciosa, impulsor del Parque Nacional de Picos, primer Parque Nacional de España. Y en su tumba una inscripción reza así:

Nosotros, enamorados del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él deseamos vivir, morir, y reposar eternamente; pero esto último en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y de las águilas, allí donde conocimos la felicidad de los Cielos y de la Tierra, allí donde la Naturaleza se nos presentó verdaderamente como un Templo…”